Conozco la isla desde hace muchos años, pero primera vez que la recorro en bicicleta, le sumo a eso que lo hice junto a mi compañera de vida, en dos semanas de recorrer sus caminos, rodeados de un verde furioso producto de sus lluvias u orillando lagos o canales de un azul igual de infinito.

Realizar un cicloviaje por Chiloé te brinda otra dimensión de su belleza. Oler, mirar, sentir cada latido de su corazón sureño. La belleza de su gente, trabajadora y honesta, con la sonrisa a flor de piel y aceptar que en cualquier momento puede comenzar a llover.

cicloviaje por chiloe bicicletas

Las bicicletas, cargadas y listas para continuar la aventura en la isla.

Hemos salido y recorrido mucho con nuestras bicis pero primera vez que cicloviajamos, hacerlo repartiendo buena vibra fue la clave para que nos pasaran puras cosas buenas.  La isla te devuelve la humildad al entender que todos tus registros de velocidad o de kilómetros recorridos se van al suelo porque te encuentras con miles de repechos, innumerables cuestas y paisajes de ensueño a cada momento.

Los campings en el camino eran nuestro lugar de descanso en cada noche, improvisar rutas ante cualquier novedad se aprende, es necesario hacerlo. Las bicis en prefecto estado mecánico rindieron al igual que nuestra carpa al aguantar las lluvias, nuestras piernas no se quedaron atrás y se comportaron a gran altura.

cicloviaje por chiloe acampando

Una increíble vista panorámica al Canal Dalcahue.

Las noches fueron otro espectáculo, a orilla de algún lago o junto a un canal, el cielo saturado de estrellas, ese cielo que veíamos de algún mirador o desde nuestra fogata al calor de un navegao’ calientito, un cielo que nos recordaba lo pequeños que somos ante la inmensidad del universo.

En la isla compartí con mi primo Mario, encontré amigos santiaguinos que gustosamente nos acogieron en su casa en los últimos días de nuestra expedición, gracias Paola por esa invitación y también compartimos con Samir en Huillinco, uno de los poquísimos ciclistas que encontramos y que aún sigue pedaleando rumbo a Santiago.

Gracias Ángel por dejar nuestras queridas bicis en perfectas condiciones para lo rudo de esta ruta.

Los protagonistas del viaje.

Viajar es grandioso, hacerlo en bicicleta es genial y acompañado de tu pareja es simplemente maravilloso.

Gracias Erna por ser la gran compañera de viaje y mi gran compañera de vida.

El calendario dice que fueron dos semanas, nuestras mentes viajaron al infinito.